Cuando hice el curso de diseño de permacultura (PDC para los amigos) uno de los múltiples trabajos que nos pidieron era que le diéramos una pensada a las catástrofes naturales que podríamos llegar a sufrir en nuestra zona, porque un buen diseño siempre deberá tener en cuenta el máximo de adversidad posible, para así, cuando esta llegue, porque siempre llega, estemos preparados nosotros y nuestro sistema y así los daños sean los mínimos y también lo más llevaderos posible.
Era un curso online impartido por Andrew Millison y organizado por la Universidad de Oregon y éramos gente de muchas partes diferentes del mundo. Cuando presentábamos los trabajos, estos no solo eran vistos por el equipo docente, sino que todo el grupo podía ver lo que cada uno presentaba. Ver los trabajos de los demás me hizo pensar en la suerte que tengo de vivir en esta parte del mundo donde las probabilidades de tener un tsunami a 850 metros de altura sobre el nivel del mar son prácticamente remotas, bueno, rozando lo imposible... porque si esto ocurriera, sería una catástrofe de tal alcance planetario que ya daría igual todo lo demás. Pero, por ejemplo, no hay riesgo de terremotos que era algo que a mis compañeros de la costa oeste de USA les preocupaba mucho y lo sentían como algo bastante probable.
Después de pensar un poco, yo indiqué el riesgo de que una nevada dejara el pueblo aislado unos días, cosa que se soluciona fácilmente teniendo una despensa bien provista y leña. También de sequía prolongada, pero con eso me estoy siempre peleando y lo tenía claro, almacenamiento de agua dentro y fuera del suelo y no plantar más de lo que se pueda regar y alimentar los suelos para que sean ricos y esponjosos, con una buena capacidad de retención de todo el agua que caiga. Fuertes vientos, para los que ya tengo cortavientos y hugel en marcha... Y descarté las inundaciones destructivas porque esto es cabecera de río y, además, estando yo en un alto pues mucho menos peligro. Grave error.
El 8 de julio del 2018, hace algo más de un mes, se oscureció el cielo y cayó una soberana tromba de agua y granizo. Ya habían caído 30 litros de agua hacía unas pocas horas, y a eso se sumaron 60 l que cayeron en poco menos de 45 minutos. Yo estaba dentro de la caravana y pensaba que la tormenta la iba a romper.
Después salimos todos a ver la crecida, el río había inundado huertas y caminos, llevado piedras de los márgenes, movido terraplenes. Impresiona la fuerza de la Naturaleza, incluso para nosotros que estamos tan alejados de ella y que con dar a un botón o mover una palanca, estamos acostumbrados a hacer magia energética todos los días. Pero en esta entrada os voy a contar lo que ocurrió en la parte alta, en mis territorios. Las fotos son de tres semanas más tarde.
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Tromba de agua y adiós suelo fértil |
El problema vino de la gran finca que tengo encima. Este año está plantada con girasol y entre el generoso marco de plantación del girasol y los herbicidas que echan a la tierra para que no tenga competencia... dejan el suelo desnudo y el agua cayó y cayó y formó una riada de lodo que llevó muchas cosas por delante.
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Se formó un río por las terrazas de la finquita vecina por la que tengo el acceso a la mía |
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Detalle de la erosión en el pequeño talud |
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Vista desde arriba.
La finca de abajo ha ganado suelo. |
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Vista desde abajo. Esta foto es del día de después. |
Aunque toda la finca debió estar chorreando lodo por todos sus lindes (que en parte ha sido recogido por mis terrazas) la peor parte se la ha llevado el vallejo donde ya tenía unas cuantas zanjas en marcha con plantaciones forestales. Se rompieron dos taludes y el río de lodo y piedras que se formó fue interesante. Podía haber sido peor, pues sí, pero para empezar se han colmatado las zanjas y enterrado muchos arbolitos que eran todavía pequeños.
El río formado desbordó la finca en un punto y se creo una catarata que rompió un talud, bajó por una pequeña terraza un nivel superior al vallejo y formó otra catarata en el talud superior del vallejo y corrió por todo él hasta desaguar en el siguiente nivel. Ahí estuvo a punto de hacer otro destrozo y llevarse el talud, las grietas que se aprecian son profundas, pero la capacidad de retención de agua de la vegetación de mi vallejo y mis pequeñas zanjas seguro que ayudaron a que no se fuera todo hacía las fincas del valle como en las fotos anteriores. No soy una buena fotógrafa, pero espero que os podáis hacer una idea de la que tengo montada.
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En esta foto se puede ver el talud del vallejo destrozado y si os fijáis un poco más arriba el otro talud abierto. |
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Detalle del destrozo en el talud de arriba. Se aprecian bien los estratos del suelo |
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La riada siguió por la terraza de arriba |
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Y cayó por el talud del vallejo que también rompió. |
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Se formaron profundas cárcavas. |
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El primer depósito paró las piedras y fue movido y ahora no recoge agua adecuadamente. |
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La primera zanja totalmente colmatada y con el acolchado movido |
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La segunda zanja y la tercera zanja que se encuentra a continuación del depósito también rellenas por el lodo.
En el lateral otra zanja por la que corrió el agua con fuerza. |
La zanja lateral está pensada para ser un cortavientos comestible en el vallejo. Bastante estrecha, dentro de ella había plantada una secuencia densa de arboles altos y arbustos. Estas son las especies de cada secuencia: pino piñonero - chopo - madroño - chopo - nogal - chopo - morera - chopo - pino piñonero. La zanja se sitúa en el cambio entre la ladera de umbría y el vallejo. Ya tenía plantadas dos repeticiones de esa secuencia. Probablemente, hasta el final del vallejo haya espacio para cuatro.
Una entrada sobre esta zanja lateral estaba empezada pero ahí se quedó sin hacer. En general, todo iba bien, menos los madroños que se habían helado en los dos inviernos consecutivos que los he plantado y la morera que no aguantaba bien el verano (probaré a plantarlas algo más grandes en el futuro). Pero los pinos, nogales, chopos, guisante siberiano iban bien. Lentos pero seguros.
De los chopos tengo que hacer mención especial. Es una especie que voy a utilizar mucho en el futuro. Los arranco con algo de raíz en verano de las cunetas donde no van a poder prosperar. Son pequeños, los meto en tiestos que mantengo con la tierra húmeda y TODOS prenden. Al invierno siguiente los planto en tierra y todos van bien. La idea de ese cortavientos es no dejarlos crecer a lo alto y mantenerlos a una cierta altura. Ellos rebrotan muy bien.
Ahora me planteo si la que creía que era una de mis mejores ocurrencias, la de plantar los árboles dentro de las zanjas, es realmente tan buena. Es el mejor sitio para que no sufran tanto los rigores del seco verano, pero cuando ocurren cosas de estas, te das cuenta de que, y especialmente en esta zanja que va de arriba a abajo, tal vez es una idea muy poco afortunada. Y más cuando los árboles son todavía pequeños. Sospecho que algunos de ellos han sido arrastrados y a saber dónde están.
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Un guisante siberiano (Caragana arborescens) plantado dentro de la zanja lateral con la raíz lavada y pelado.
Creo que sigue vivo. |
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Otro chopo dentro de la pequeña zanja lateral. Aguantó bien el embiste. |
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El chopo y el nogal son los grandes supervivientes de la zanja lateral. |
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Buscando a un pequeño pino piñonero, ya no está. |
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Vista general del vallejo |
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Al final del vallejo se acumuló mucho lodo. Sería un buen sitio para un estanque estacional. |
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Aunque ahora el talud que lo sujetaría está muy tocado y con grandes grietas |
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Segunda zanja colmatada |
Estoy segura de que si la finca de arriba hubiera tenido al menos un herbazal sano y sin labrar, los daños habrían sido mucho menores. Habría sido capaz de absorber mucha más agua. La catarata no habría sido tan tremenda, la erosión habría sido mucho menor. Y si tuvieran una dehesa y yo unos taludes poblados de árboles, ni nos habríamos enterado. Pero no seré yo la que les pida a los dueños que cambien sus procedimientos, aunque sí que les voy a intentar hacer ver que como vengan muchas de estas, se van a quedar sin suelo y que me lo van a echar a mí encima. Estoy segura de que la realidad, que suele ser muy terca, nos hará cambiar los usos de la desastrosa agricultura industrial, pero mientras ese cambio ocurre, yo tendré que protegerme.
Tengo que poblar esos taludes y volver a colocar esas piedras en las cárcavas. Se me ocurre pino laricio (tengo una bandeja entera a la espera) y el versátil chopo, que crece bastante rápido y aguanta bien las embestidas del agua para los taludes rotos. Lo voy a usar en un sitio un poco raro para él, pues se trata de un árbol de ribera, pero le veo con la fuerza del árbol pionero que es. Y luego alrededor de la finca laricio, chopo, encina, serbal, guisante siberiano, madroño. Debería crear un buen seto de contención, sería lo ideal. Pero sé que eso tardará años en formarse. Estas tierras son austeras, los veranos suelen ser secos y los inviernos fríos y duros, el agua para regar es la justa. Todo tarda en hacerse. El seto que planté hace tres años va poco a poco. Algún día sé que pegará un estirón, pero las cosas no son de hoy para mañana. Solo espero que esta tormenta tarde mucho en repetirse, aunque sospecho que estos episodios extremos van a empezar a ser más habituales.
Ahora estaba más centrada en la era y estaba dejando que las plantaciones del vallejo siguieran su curso. Hay que volver aquí. Cinco de las seis zanjas están colmatadas, a ver qué pasa con muchos de los arbolitos que ahora están enterrados. Volvemos a empezar, con más conocimiento de lo que tiene que hacerse y también sabiendo mejor los limitados recursos de los que dispongo. No hay nada como ponerse a la faena para saber hasta dónde se puede llegar.
Me ilusiono fácilmente y creo que todo es posible. Y lo es, pero tal vez no en mi escala temporal. La frustración y las decepciones con las que muchas veces tengo que lidiar en la vida (como todos) no me paran fácilmente. Y detrás de este proyecto hay una buena razón que va más allá de mí misma, porque igualmente todo lo plantado no lo iba a ver ni a disfrutar en su fase adulta. Pero ahora estoy desbordada por todo lo que tengo que hacer, que entiendo me supera. Yo seguiré haciendo, poco a poco, porque no doy para más, y siempre que pueda lo seguiré contando... porque espero que alguien también pueda beneficiarse de mis errores y fracasos.
Y para acabar esta entrada de manera positiva... He ganado el suelo fértil que el de arriba ya no tiene. Y no todo está perdido.
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El chute de agua y nutrientes han hecho crecer al quejigo en agosto |
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El guisante siberiano en su zanja colmatada también ha pegado un estirón y las hojas nuevas han nacido más grandes de lo habitual. |