lunes, 24 de noviembre de 2014

Un diseño, un cómo y una acción (1) : Calculando la bandeja recogedora de agua

Los veranos de clima continental moderado (o mediterráneo continentalizado) pueden ser muy cálidos y secos donde sólo las especies más rústicas tienen posibilidades de prosperar. Así que si queremos ampliar el abanico de plantas y árboles productores de comida, es necesario disponer de agua para el verano, sobre todo para establecer el bosque de alimentos. Más tarde, cuando todo esté más crecido y haya árboles que provean de sombra al conjunto, cortavientos que frenen el aire, etc. casi seguro que se forma un pequeño microclima que mantiene la humedad y con menos agua todo es posible. Pero para empezar, se necesita agua y en mi terreno no puedo contar con más agua que la de la lluvia, pues no hay posibilidad de regadío, ni hay manantiales. Está en un alto y los manantiales en esta zona están todos en las zonas bajas del valle.

Sin embargo, creo que he encontrado una buena solución al reto de cosechar agua para el verano. Geoff Lawton hace diseños para fincas enormes y en esta mi finca, que es de 14 celemines y encima algo dispersos, si hago un dique de contención para retener el agua de lluvia en un estanque, me cargo la mitad del terreno disponible. Dándole vueltas he llegado a este diseño en el que se unen varias cosas: ocupa poco espacio, los materiales están disponibles, puedo hacer tantos como y cuando necesite y es relativamente barato. Y voy a poner a disposición del que lo quiera copiar para su uso particular todas las instrucciones en esta entrada y la que será la siguiente. El diseño del Modelo A es mío y la idea fue mejorada con el Modelo B por mi amigo Lurgorri Abeledo.


Así más o menos deben ser las bandejas que pretendo hacer para recoger agua en medio del campo


Es bastante sencillo en España encontrar depósitos de 1000 L. Se encuentran de segunda mando en Internet a un precio asequible, barato, diría yo, para el beneficio que nos pueden proporcionar a lo largo de muchos años. El resto de los materiales han sido comprados en una de las tiendas de una multinacional de bricolaje y los mostraré con detalle en la segunda parte de esta entrada.

Lo habitual es recoger el agua de un tejado y canalizarla hasta el depósito pero en la finca no hay ningún tejadillo que pudiera servir para tal fin. Mi idea es diseminarlos por aquí y por allá, expandiendo a partir de ellos los cultivos. Y para eso lo mejor es que lleven una bandeja con ellos, copiando la bandeja la función captadora del tejado.

La primera duda que aparece es cuán grande ha de ser esa bandeja y eso, claro está, dependerá de las precipitaciones anuales que tengamos. Hay que volver a esta entrada, donde calculaba el agua que podría en teoría recoger el pedazo principal de mi finquita, y lo aplicamos, al revés, al agua que queremos recoger. Como no os quiero aburrir con los cálculos, los dejo para la parte final de la entrada, por si alguien los quiere usar para adaptarlos a sus circunstancias. Yo los he aplicado y he visto que necesito una plancha de 0,98*2,07 para el Modelo A o dos planchas de 0,98*1,04 para el modelo B con unas precipitaciones de 550 mm anuales que son las que tengo. Si quieres copiar este diseño, busca las precipitaciones en mm en tu zona, mira cómo son el depósito y la plancha que tienes e introdúcete en el desarrollo, cambiando tus parámetros. Pero por si definitivamente aborreces las matemáticas, lo he calculado partiendo del mismo tipo de depósito para algunas de las diferentes precipitaciones de España.

Precipitaciones anuales medias en España y Portugal

A continuación pongo las tablas por si queréis hacer algo parecido en vuestros terrenos. El largo que tiene que ser la plancha está en la fila "LADO plancha (hipotenusa)".


Tabla de medidas de la bandeja de una sola hoja (Modelo A)

Y las medidas para la bandeja de una sola hoja tomando un ángulo de inclinación de 20º


El modelo A es más fácil de construir: una plancha, 4 soportes de fijación y algún tipo de canaleta o canalón que recoja ese agua y la lleve al depósito, pero tiene un problema para climas muy secos: la plancha es excesivamente larga si queremos que proporcione la suficiente superficie de recogida cuando llueve poco. Es excesiva porque para empezar dónde podremos encontrar una plancha tan larga, luego tenemos el problema de fijarla adecuadamente para que con tanto voladizo no se caiga y finalmente, si somos tozudos y la fijamos perfectamente al depósito, aparece el riesgo de que con vientos fuertes forme una gran vela que haga que se lleve el depósito cuando está vacío o que rompa la plancha, si no se puede llevar el depósito a rastras.

He marcado en gris los valores que yo no contemplo como viables de una manera intuitiva, pues habría que calcular la fuerza del viento, la resistencia de los materiales, etc. y ahí ya no llego. Además, aunque me he divertido bastante calculando cuáles son las dimensiones más adecuadas de la bandeja para mis precipitaciones, tampoco se trata de mandar un cohete a la Luna, es solo un depósito en medio de un campo al que se le pide que recoja todo el agua que pueda.

El modelo B viene a mejorar las limitaciones de la bandeja anterior. Al estar la superficie de recogida dividida en dos planchas, al repartirse entre ellas el voladizo, te permite que la superficie sea mayor. Es un poco más laboriosa de fabricar, pero solo un poco.

Tabla de medidas cada una de las hojas de la bandeja en forma de libro (Modelo B)

Y las medidas de cada una de las hojas tomando un ángulo de inclinación de 20º (Modelo B)

Creo que el Modelo B sigue siendo poco adecuado para lugares demasiado secos, aunque también se puede utilizar una plancha más pequeña y que recoja menos agua. Por otro lado, este modelo tampoco lo usaría en sitios con abundantes precipitaciones porque ¿para qué complicarse con dos planchas pequeñas si con una ya vale? Eso sí, dependerá de los materiales que tengamos a mano, etc.

Pues esto es todo. Me gusta mucho la filosofía de Open Source en la que ponen a disposición de cualquiera que tenga conexión a Internet planos y cálculos para que cada uno pueda hacerse sus propias máquinas o artilugios, y a ella me uno con esta pequeña aportación que creo que a mí me va a ser muy útil. Es un prototipo y como tal es absolutamente mejorable. Si alguien quiere compartir su mejora o los defectos que pueda haber, soy toda oídos.

La siguiente entrada será más práctica, explicando cómo lo hemos hecho. Aquí os dejo un adelanto:

¡Ya está casi!


CUIDADO: Cálculos matemáticos, sòlo para valientes

Mis precipitaciones anuales en Burgos son de 550 mm (0,55 m) y en Bilbao de 1100 mm (1,1 m) y quiero llenar un depósito de 1000 L (1 m3). Ya que la precipitación anual es una media, previendo que algunos años puedan ser más secos, voy a tomar como objetivo de recogida aproximadamente 1100 L (1100 L = 1,1 m3).

Vamos a calcular el Modelo A que es más fácil y el siguiente cálculo sirve para las precipitaciones anuales de Burgos.

Esta es la fórmula que sirve para calcular la superficie de recogida necesaria en cualquier zona del mundo:

Precipitaciones anuales (m) x Superficie de recogida (m2) = Agua recogida (m3)


Y para el caso de Burgos:

Precipitaciones anuales = 0,55 m
Superficie de recogida = ?
Agua objetivo = 1,1 m3

Sustituyendo en la fórmula anterior:

0,55 x Superficie de recogida = 1,1 m3

Superficie de recogida = 1,1 / 0,55 = 2 m2

Para unas precipitaciones de 550 mm necesitamos 2 m2 de superficie recogida y con ese dato, usando la trigonometría, el teorema de Pitágoras y la fórmula del área del rectángulo, vamos a las dimensiones de la plancha que va a desaguar en el canalón de recogida que, a su vez, desagua en el depósito.

Si nos colocamos justo encima del depósito y miramos para abajo, veríamos el rectángulo que forma/n la/s plancha/s que es igual a la superficie de recogida. En el dibujo de arriba "S"


Esta es la formula de la superficie del rectángulo:

LADO x lado = Superficie

En mi caso, uno de los lados lo da la propia plancha que he comprado, ella es así, con lo que ya tenemos un dato. Entonces:

LADO = ?
Lado = 0,98 m (de fábrica)
Superficie = 2 m2

Sustituyendo en la fórmula anterior:

LADO  x 0,98 = 2 m2
LADO x 0,98 =2
LADO = 2/0,98 = 2,04 m

Ya sabemos que nuestra superficie de recogida es de 0,98 m x 2,04 m.

Para que el agua caiga por gravedad en el canalón de recogida y no se desparrame por los lados hacia el suelo y no hacia el depósito, que es donde la queremos conducir, vamos a darle una inclinación de 10º a las planchas. No es mucho pero tampoco queremos que levante más de la cuenta y forme demasiada vela. Además, cuanto más ángulo más larga será la plancha que vamos a necesitar.

Aquí es donde podemos echar mano de la trigonometría.  Para explicaciones al respecto mirad esta páginaConocemos el "cateto contiguo" (2,04) y sabemos que:

cos α = Cateto contiguo / Hipotenusa



Entonces en este caso para 10º de inclinación:

 Cos 10º = Cateto contiguo / Hipotenusa = 0.984807753012208
Hipotenusa  = 2,04 / 0.984807753012208  = 2,07 m

La hipotenusa es la longitud desconocida de la plancha, por tanto, para Burgos es necesaria una plancha de 0,98 x 2,07.

Y como ejemplo, por si alguien piensa que 10º es poco y quiere darle 30º, obtendrá que la plancha a utilizar tiene que ser más larga:
 Cos 30º = Cateto contiguo / Hipotenusa = 0.8660254037844387
Hipotenusa  = 2,04 / 0.8660254037844387  = 2,35 m


Para calcular el cateto opuesto que corresponde a la altura que tenemos que darle al soporte más extremo de la plancha, bastaría con calcular el seno de 10º pero ya que estoy desempolvando las matemáticas que aprendí hace muchos años, vamos a aplicar el teorema del amigo Pitágoras, el teorema que decía aquello de: 


En todo triángulo rectángulo el cuadrado de la hipotenusa es igual
 a la suma de los cuadrados de los catetos

y en lenguaje matemático
c2 = a2 + b2

siendo:
c = hipotenusa
a = cateto contiguo
b = cateto opuesto

Y en este caso:

c =2,07
a = 2,04
b =?

Sustituyendo en la fórmula anterior:
2,07 x 2,07 = 2,4 x 2,04 +  b2
b= 2,07 x 2,07 - 2,4 x 2,04
b = 0,36 m

Para que luego digan que las matemáticas no sirven para nada...

                                                                          

lunes, 10 de noviembre de 2014

Acción: Empezando el seto cortavientos

En la visita de Mavi iba la recomendación de hacer un seto cortavientos y ha llegado el momento de empezar el del talud entre las dos terrazas. Este seto será el que en el futuro proteja de los vientos a los cultivos que estén en la terraza superior.

Momento cero del seto cortavientos

Elegí los huecos a más o menos 2/3 de altura tomando como base la terraza inferior. Y entre cada hueco habrá unos tres metros. Ahora parece mucho pero cuando las plantas lleguen a su desarrollo pleno no será nada: al fondo se ve un viejo majuelo que tiene una anchura mucho mayor que ese espacio.

Para comenzar se aparta un poco la cubierta vegetal para poder trabajar mejor con la pala de corte. Yo me ayudé con lo que tenía a mano: una pala y unas tijeras cortasetos...

Con descubrir un poco de tierra es suficiente para que entre la pala

Y se hace un buen agujero, lo suficientemente profundo para que pueda tener un alcorque lo que allí plantemos. En un principio tenía pensado hacer una zanja corrida pero Mavi me quitó la idea de la cabeza, esa zanja retendría tal vez mucha agua y el agua la queremos más abajo, en la zanja que hay en la terraza que es donde se van a poner los cultivos más interesantes.


¿Qué haces?

Para el cortavientos he elegido especies que tengo a mano, que den frutos comestibles y que además sean rústicas para aguantar sin problemas los rigores del verano. Aunque serán regadas los primeros veranos, claro está, y ya estoy mirando cómo colocar depósitos para recoger agua de lluvia y no tener que cansarme llevando garrafones de agua, a fin de cuentas siempre he oído que la permacultura es la agricultura para vagos...


Dos de los cinco alcorques que he hecho, ¿estarán muy separados?

Tenía a mano un endrino y un ciruelo y he cogido un majuelo y un ciruelo de los marcados. En el quinto agujero pondré un acerolo, que sí que tendré que comprar, para no repetir mucho pues me gustaría que fuera un seto variado. Los he intentado quitar con bastante raíz y todavía tienen parte del otoño y del invierno para asentarse y echar toda la raíz nueva que puedan para la primavera. Tengo esperanzas de que todos ellos vayan a prender, pero por si las moscas y siguiendo también los consejos de Mavi, he puesto en el mismo alcorque un cóctel de semillas. No sé si esto tiene mucha base científica pero parece ser que las semillas se animan las unas a las otras y me suena bien, así que he puesto semillas de germinación fácil como las habas con otras de germinación más lenta o menos exitosa como los majuelos o las endrinas. Además las habas, como leguminosas que son, darán su aporte de nitrógeno.


Rosal silvestre, majuelo, endrino, habas y avellana


Un ciruelo claudio con el cóctel de semillas

Si todas las semillas quisieran germinar, no habría problema, estos alcorques servirán como viveros. Siempre se pueden llevar las plantitas recién germinadas a otros lugares donde nos convengan más. Hay que hacer dos setos cortavientos bastante largos para las dos terrazas. Y son cartuchos de reserva por si los plantones que estoy poniendo no soportan el trasplante. Hay que asegurar.


Uno de los majuelos marcados ya colocado en su sitio

Una vez colocadas las semillas, va la capa de paja, como no, pero siempre teniendo cuidado de no rellenar demasiado el alcorque y que no rebose de paja para que pueda recoger agua.

Y aún me queda otra bala que son las acacias, esa otra leguminosa que vale para todo, crece rápido y es rústica. Esas las pondré en primavera, tengo alubias guardadas y tengo un semillero plantado. Cuando empiecen a salir, las llevaré a su lugar en el seto. Las iba a poner en los alcorques pero se me ocurre que para que no se peguen con lo plantado en ellos, las voy a poner en los espacios entre alcorques, para ir tapando huecos rápidamente. Cuando el seto llegue a su plenitud, ellas ya no estarán pero van a ser de una gran ayuda mientras el seto crece. ¡Quién pudiera mirar por un agujero y ver cómo estará este seto dentro de 10 ó 20 años...! Es una hermosa carrera de fondo.

En las próximas visitas durante este otoño-invierno seguiré haciendo alcorques y plantando el seto. En de la terraza inferior lo dejo para el año que viene. Y este verano habrá entrada con seguimiento de qué ha pasado con las semillas y con los plantones. Prometido.


viernes, 31 de octubre de 2014

Las tierras más fértiles

Hace unos días vi la noticia de que aprovechando la situación geopolítica de Ucrania, se estaba robando su fértil suelo, decían que estaban entrando camiones y con excavadoras se llevaban hasta metro y medio de la fértil tierra negra ucraniana. De esta noticia empezaron a salir recuerdos de mi época de estudiante de secundaria: chernozem y pozold y de ahí, tirando del hilo de Internet, ha salido todo esta entrada.

El chernozem es considerado el suelo más fértil del mundo y se genera naturalmente en varios puntos del planeta. Las áreas marcadas en rojo en el siguiente mapa indican dónde se encuentran de manera dominante, siendo Ucrania el país que más famoso es por la abundancia de este tipo de suelo, el granero de Europa le llamaban. Es un suelo que no necesita fertilización externa ya que es muy rico en humus, calcio, potasio y microelementos. Y aquí el enlace a una información más académica sobre el chernozem.


Distribución del chernozem en el mundo


Pero para nuestra desgracia y en favor de nuestra creatividad, no todos los suelos son de tipo chernozem. La FAO ha cartografiado los suelos de todo el planeta y los ha clasificado según sus propiedades físicasquímicas y biológicas. Es un mundo por descubrir esto de los suelos. El suelo comienza con la degradación de la roca madre que gracias a la meteorización atmosférica va soltando sus compuestos minerales. Si el relieve es abrupto y no hay nada que lo retenga, estos compuestos liberados marcharán hacia zonas más bajas. Si es suave, quedarán allí donde se formaron y serán rápidamente colonizados por microorganismos y vegetales, diseñados para trabajar a favor de la fertilidad del suelo, cerrando los ciclos del carbono y del nitrógeno y aumentando de estación en estación su riqueza y capacidad para mantener la vida de todo el ecosistema.



Enlace a la FAO


Todos querríamos tener un suelo de este tipo, que fuera extremadamente fértil y que esta fertilidad se creara de forma natural. Y claro, me he preguntado qué es lo que ocurre para que se forme el chernozem por si se pudiera copiar más que nada. Creo que el truco está en que la base del suelo es el loess que son depósitos de roca pulverizada, llenos de minerales en dosis finísimas de partículas, listos para ser asimilados por las plantas. Gran parte del loess proviene de depósitos de los gigantescos glaciares formados durante la última glaciación y que el viento llevó a esas zonas cuando se retiró el hielo. Ayuda también que en esa zona sea su topografía plana, permitiendo que se acumule el loess llevado por el viento sin que las lluvias lo lleven ladera abajo, río abajo, mar abajo. Si tu finca está en una llanura con depósitos de loess, disfruta de un clima continental y tiene unas precipitaciones anuales de hasta 500 mm, felicidades, seguramente tienes una rica pradera con suelo chernozem. El suelo natural más fértil que existe.


Un habitante de este ecosistema mostrando interés por un tronco seco

El suelo y el agua disponible es la banca de donde sale la riqueza de un ecosistema. Para una urbanita como yo es fácil comprender lo que es un ecosistema con el símil de una ciudad. Como en una ciudad, donde hay miles de tareas diferentes que hacer, donde hay miles de seres cada uno a lo suyo, agrupándose y desagrupándose según intereses y actividades, según necesidades y posibilidades, en un ecosistema pasa igual. Solo que por diseño, el ecosistema es perfecto, se autorregula, no hay deshechos que no se puedan utilizar o que sean peligrosos para el conjunto. Todo sirve para alguien en algún momento, todo es de utilidad, nada está de más ni sobra. Igual es una afirmación un poco aventurada pero creo que la vida en este planeta, lo único externo que recibe es la energía del Sol. Lo demás se recicla, se transforma, se aprovecha.

Esta imagen del suelo como banca la he sacado de la interesantísima web de Fuentevieja donde he leído este buen artículo:

La ecología de la producción vegetal

Para aprovisionarse de alimentos, lo primero es entender cómo funcionan las "maquinitas" de producir alimentos. Éstas se llaman ecosistemas, vienen siendo diseñadas desde hace miles de millones de años por el mecanismo evolutivo, y funcionan a la perfección y a pleno rendimiento, hasta que a alguien se le ocurrió -hace como mucho doce mil años- arrasar la vegetación, remover la tierra y el seulo orgánico, dilapidar en dos o tres temporadas el capital boilógico acumulado durante décadas, y salir a escape con lo "ganado", para repetir la operación en otro lugar aún "virgen"... El suelo orgánico es la banca del ecosistema, contiene todos los nutrientes que las plantan necesitan en las proporciones adecuadas... y posee mecanismos sofisticados para liberar nutrientes cuando hacen falta y no cuando existe riesgo de pérdida. También ataca químicamente las rocas inorgánicas -la "sacratísima" tierra mineral- para arrancarle el potasio, el fósforo, el hierro y otros elementos de consistencia sólida. El suelo orgánico superficial es el factor clave de la productividad del todo ecosistema aéreo, pero la labranza se lo lleva por delante a las primeras de cambio y luego no permite que se reconstruya. Vamos: Que la labranza es incompatible con la productividad endógena de los ecosistemas y a la larga, en un contexto de potencia decreciente, de la superviviencia de gran parte de los humano que poblamos el planeta.
 J. Ramón Rosell





El ser humano también, aunque no lo parezca, salió de algún ecosistema donde encajaba sin fisuras, pero su inteligencia le llevó por otra senda lejos de la perfección ecosistémica. Se ha hecho a sí mismo un pirata. Es propio de seres en estado infantil coger todo lo que les apetece, como los niños se roban los juguetes o le pegan con un palo a un avispero o cruzan la carretera por donde más coches hay, sin ser conscientes del peligro o las consecuencias que pueden conllevar sus acciones. Parece que estamos en un nivel infantil de consciencia.

Vuelvo al tema de esta entrada y a mi Tara personal con este mapa de suelos de Castilla y León que he encontrado.




Si vuestra tierra está en Castilla y León podéis pinchar aquí para acceder a la página de búsqueda.

(Pinchad en el icono "informe por zona" "Por municipio" y os aparecen unos campos donde debéis escribir la provincia y el municipio. Luego tenéis que elegir a la derecha "EDAFOLOGIA" para desplegar un menú donde os aparece "Clases WRB (FAO)". Allí os aparecerá un detalle del mapa con colorines y para identificar la leyenda del mapa, hay que pinchar en un dibujo que al posarse sobre el aparece "Mostrar leyenda de mapa activo". Y ahí veréis qué tipo de suelo es el vuestro.)

El mío, aunque tiene en común con los suelos chernozem que está en un clima continental y las precipitaciones anuales andan por 500 mm, es Regosol. Una pena pero en vez quedarnos llorando nuestra mala suerte por no tener un buen chernozem que expoliar, mejor nos dedicamos a encontrar maneras para enriquecerlo, porque si algo he aprendido al buscar la información para esta entrada es que todos los suelos puede ser modificados. En nuestro planeta, son dos los suelos más fértiles: el chernozem y la terra preta del Amazonas. Y la terra preta, aunque se encuentra sobre uno de los suelos más pobres del planeta, es tan fértil como el chernozem y ha sido creada por el hombre. Pero esto será el tema de otra entrada.

jueves, 16 de octubre de 2014

Acción: belloteando


Ya sé que está mal que lo diga, pero si de algo me siento orgullosa es del hecho de que en cada uno de los últimos 16 años he plantado o sembrado árboles. Los árboles primeros los planté en un monte comunal cerca de la casa de mis padres en Bilbao, era un antiguo pastizal que a falta de vacas se cubría de helechos en verano. Cogí unas bellotas del parque, las sembré y cuando los roblecitos salieron, los planté junto a mi padre que se ofreció a ayudarme, pues por aquel entonces tenía más idea de azadas que yo. Mi padre murió al año siguiente y esos árboles que plantamos juntos son ahora unos señores robles que da gusto verlos. De vez en cuando voy a pasear por allí y siempre me queda esa buena sensación de misión cumplida.

Seguí plantando en esa misma ladera árboles cada año hasta que compré el terrenito de Burgos del que me ocupo en este blog. Y aquí, como ya os he contado en esta entrada con la que me presenté, mis índices de éxito bajaron espectacularmente... Después de cometer muchos errores como, por ejemplo, plantar árboles que necesitan sombra y humedad en una pelada ladera de solana, y ver como muchos árboles recién plantados en ese año no pasaban el verano, fui bajando las expectativas y depurando el sistema de plantación. Ha sido sobre todo en el foro "Repoblación autóctona" donde más he aprendido. Cualquier duda que tengáis sobre cómo hacer germinar semillas de árboles (eso sí, siempre autóctonos), sobre cómo llevar a cabo una plantación o hábitats más adecuados de las especies, seguro que ahí la vais a solucionar.


Quejigo padre-madre (Quercus faginea)


El padre-madre estaba cargado de bellotas y dejé muchas más en el árbol

Al contrario que otro tipo de árboles, las bellotas germinan muy fácilmente. Si no lo habéis intentado todavía, os animo a poner una en un tiesto, regadlo con regularidad para que la tierra esté más bien húmeda y al de poco tiempo casi seguro que os saldrá un arbolito.





Sin embargo, los tiestos no son el mejor recipiente donde sacar adelante robles. La familia Quercus echa antes que las hojas una vigorosa raíz llamada pivotante cuya labor principal es profundizar lo más que pueda en la tierra, para así poder aguantar la sequedad del verano. Si plantamos la bellota en un tiesto, la raíz crecerá, llegará al fondo del tiesto, intentará llegar más allá que para eso esta diseñada y empezará a dar vueltas y más vueltas por el fondo del tiesto, espiralizando la raíz, desperdiciando mucha energía que necesitaba para profundizar en el suelo. Dicen que si se planta un arbolito con la raíz espiralizada queda dañado y no crece bien. En mi montón de fracasos, está también el de plantar robles así y la verdad es que se han quedado, de momento, enanitos.

Así que si queréis plantar robles o encinas o alcornoques para luego llevarlos al monte, lo suyo es plantarlos en bandeja forestal que con su forma cónica evitan que la raiz crezca en forma de espiral. Sin embargo, no hay nada como una semilla que nace en el mismo sitio donde se va a quedar. Si el sitio es bueno, no se malgastan sus fuerzas.



Parte del lugar de la plantación con las bellotas del padre-madre

No tengo buenas fotos porque olvidé la tarjeta de la cámara y no se me ocurrió hacer fotos con el móvil hasta que no hube acabado. Así que no tengo fotos de las que cogí, pero calculo que unas 120 bellotas. Con las mejores preparé dos semilleros y las demás las planté directamente a tierra. Y ¿cómo las planto en tierra?, pues así: se coge una vara de hierro, se clava en tierra (más fácil si la tierra está húmeda) y se mete dentro del agujero una bellota, lo más profundo que se pueda. Y te olvidas, este sistema es mucho más cómodo que plantar el mismo número de bellotas en bandejas forestales y luego pasar los plantones a tierra, para lo que ya se necesita pala y azada. Pero no es tan eficiente...

El ser humano, especie dentro de la que mi incluyo, busca eficiencia y si planta 80 bellotas, quiere que salgan 80 quejigos. Hace un tiempo que cambie ese programa mental, ahora mismo, aparte de ser humano, me siento un vector de propagación de árboles... ese roble padre-madre que os he mostrado, está cargado con cientos de bellotas este año. La naturaleza no lo ha diseñado para que esos cientos de bellotas se conviertan en igual número de árboles, no, las bellotas son un alimento de primera para que los animales que pasan el invierno en ese lugar hagan sus reservas.

Con la varilla se pueden plantar cientos de bellotas en una tarde bien aprovechada, pero muchas de esas bellotas muy probablemente serán comidas por jabalíes o ratones de campo o cualquiera que pase con hambre por allí. Sin embargo, alguna bellota será olvidada y con muy poco esfuerzo, se conseguirán nuevos árboles que falta nos hace. Y para "dar de comer" a esa parte controladora que tenemos los seres humanos, también tengo las del semillero, que en cuanto empiecen a brotar las pasaré a tierra. En la primavera.

(En el foro que os he comentado de "Repoblación Autóctona" hay un tal Nano_Sánchez que es el administrador del foro y hace sus plantaciones en la zona de Murcia. Él cuenta que los jabalíes le roban las bellotas, así que se ha inventado el sistema de enterrar dos bellotas, una a mucha profundidad y otra más superficialmente. Los jabalíes escarban porque les llega el olor y como encuentran una, dejan en paz la otra y encima ¡le hacen el alcorque!.)


Las dos bandejas con tierra más marrón son de quejigos

Y más consejos: sembrad la bellota debajo de una matita de lo que sea, cuando el árbol es joven le dará una sombra y evitará que en el suelo que rodea a su todavía pequeña raíz, se evapore el agua tan fácilmente. Yo me aproveché de la aulaga (Calicotome spinosa) y del escobizo (Dorycnium pentaphyllum) que por cierto son dos leguminosas que crecen abundantemente por allí. Y ahora es el momento de recoger y sembrar las bellotas, lo que se conoce en el argot del reforestador como "bellotear".




Si no conocéis este cuento "El hombre que plantaba árboles", os invito a verlo. Y también os invito a que os unáis al anónimo grupo de repobladores "furtivos" que, a escondidas y casi avergonzados si les descubren, plantan árboles. 



martes, 30 de septiembre de 2014

Diseño: Mavi y el seto cortavientos

Es sorprendente cómo unos ojos que saben ver, ven siempre más allá. Mavi Arroyo ha venido a este proto-bosque de alimentos para ayudarme y porque tenía curiosidad, como dice ella. Pues muchas gracias, Mavi.


Aquí está Mavi

¿Y quién es Mavi? Mavi es, entre muchas otras cosas, la conductora del interesantísimo blog El vergel permanente donde cuenta sus experiencias con la no labranza y todo lo que se le ocurre. Tiene una huerta en Pastrana donde lleva 4 años sin estercolar y 2 sin arar, y me ha confesado que últimamente ya ni siquiera usa la laya para ahuecar un poco la tierra, pues para hacer esa tarea ha convencido a un ejército de gordas lombrices que trabajan felices allí. Y le va cada vez mejor.

Deja que las plantas lleguen al final de su ciclo y se autosiembren, también lleva las semillas por aquí y por allá y, por supuesto, siega los restos de las plantas, dejándolos allí mismo. Además, apuesta por las variedades tradicionales. Es una persona que ha cogido el testigo de Fukuoka en Pastrana, bien cerquita, y está compartiendo lo que hace con todos los que muestran interés. Ya sé que muchos de vosotros habéis llegado aquí a través de ella porque me ha enlazado, bueno, pues que sea esta una puerta, aunque pequeñita, para el mismo camino pero en sentido contrario...

En unos 10 minutos vio lo que yo no he visto en 9 años y me enseñó bastantes más cosas que las que voy a contar aquí pero esta entrada va de cortavientos. Este es el perfil de las terrazas:


Este dibujo no me ha quedado ni tan mal


Vio esas zanjas que ya estaban ahí cuando compré la finca y que van a todo lo largo de las dos terrazas. Todos estos años las zanjas han sido un incordio, están tapadas por la vegetación y siempre hay alguno que, paseando, mete el pie y se queja. Resulta que son zanjas recogedoras de agua, esas mismas que me costó tanto hacer la primavera pasada. Y yo quejándome de ellas... Ese sería un lugar ideal para plantar cualquier frutal porque tendría un extra de agua.

Y su mayor recomendación ha sido el crear cortavientos. Me contó que una de la peores cosas que puede haber después de la sequía son los vientos fuertes y en este sitio vientos hay un rato. Los cortavientos pueden ser de cualquier cosa, como si uno levanta una pared, pero lo mejor y lo más natural es un seto. Además, por lo que tengo entendido, los setos son buenos no solo para parar el viento, sino para dar cobijo y comida a un montón de animales, sombra a las pequeñas plantas y encima son bonitos, rompen la monotonía de los grandes campos de cultivo.


Este viejo majuelo ya está ahí marcando el futuro seto


Así que voy a hacer un par de setos cortaviento en las laderas. ¿Qué tengo a mano? Majuelos (Crataegus monogyna), endrinos (Prunus spinosa), rosales silvestres (Rosa canina), ciruelos (Prunus domestica). Todos estos árboles y arbustos crecen de manera abundante en la zona. Mavi me habló también de los acerolos (Crataegus azarolus) que yo no conozco pero que dan unas manzanitas comestibles muy ricas en vitamina C. Pues a buscar acerolos, claro que sí. 

Y esto ya es de mi cosecha, pero como todas estas plantas crecen lentamente, para animar el seto y que vaya cogiendo presencia lo más rápido posible, creo que voy a plantar acacias de las que ya tengo un semillero preparado. Las acacias son muy rústicas y crecen muy rápido, y cuando los demás arbustos estén más crecidos, se podrán quitar. Creo que van a ser de una gran ayuda.

La recomendación de Mavi es hacer alcorques (o una zanja según lo que se quiera trabajar) donde sembrar semillas variadas a golpe y también transplantar plantitas ya algo crecidas que pueda encontrar por ahí, y en verano regar claro, sobre todo el primer verano que es cuando hay más riesgos de que la pequeña planta que todavía no tiene un sistema radicular profundo, se seque. Y que tampoco importa plantar o sembrar de más, porque, a fin de cuentas, lo más probable es que no todas las semillas germinen o que no todos los plantones sobrevivan. Si se plantan muchos, alguno irá para adelante. La verdad es que Mavi ha llegado en el mejor momento del año. Después de que se marchara, estuve recogiendo semillas y marcando pequeños plantones, tarea que ahora que todavía no han tirado las hojas es fácil de hacer. Para este invierno ¡ya tengo faena!, porque el invierno es la mejor época para hacer transplantes.


Endrinas (Prunus spinosa)

Escaramujos (Rosa canina)

Majuelos (Crataegus monogyna)


Y también cogí gálbulos de enebro. Estos no son en especial para el seto, pero los enebros son muy rústicos y en las laderas de solana seguro que van bien, y como pueden tardar años en germinar, mejor empezar pronto. Se cogen los moraditos, los verdes madurarán el año que viene.

Gálbulos de enebro (Junipeus communis)


Echadle imaginación y veréis que aquí hay un seto.

También voy a meter bayas de saúco (Sambucus nigra)


Majuelo marcado


viernes, 19 de septiembre de 2014

Una respuesta veloz

Hace dos entradas me preguntaba cómo puede ser que desde la llegada del Neolítico nadie hubiera intentado cultivar la tierra sin dañar su fertilidad hasta el siglo XX con los planteamientos de la permacultura. Y curiosamente a los pocos días me llegó sola la respuesta. Pues claro que se ha intentado, y resulta que la permacultura no es tan moderna...

He estado leyendo un libro llamado Colapso -Por qué unas sociedades perduran y otras desaparecen- de Jared Diamond, que no puedo más que recomendar. El libro hace un recorrido por algunos episodios de la historia de la humanidad en los que diferentes civilizaciones separadas entre sí en el tiempo y en el espacio han desaparecido o han sufrido un colapso por causas medioambientales. Algunas desaparecieron por no saber adaptarse a un cambio climático, como los vikingos de Groenlandia, otras murieron de éxito, no sabiendo parar o cambiar sus actividades o razón de ser cultural, cuando se estaban agotando sus recursos, como los polinesios de la isla de Pascua. No me voy a extender en explicar el libro pero la verdad es que lo recomiendo para entender lo que puede pasarle a nuestra civilización cuando el petróleo barato empiece a escasear, si no sabemos parar a tiempo y coger otra trayectoria.

Sin embargo, el libro no trata sólo de catastrofismos sino que también nos cuenta casos de éxito, de sociedades que supieron ver el problema que tenían encima y fueron capaces de resolverlo. Eso siempre da esperanza.

Me centro en uno de los casos de éxito que se exponen en el libro, el de las tierras altas de Papúa-Nueva Guinea. Se cree que la agricultura empezó a ser practicada por el ser humano de manera independiente en 8 lugares de nuestro planeta, tal y como se ve en el siguiente gráfico y unos de los primeros fue esta gente (el punto naranja encima de Australia), junto con el creciente fértil de Mesopotamia y la zona de Baluchistán en Pakistán donde en la excavaciones arqueológicas de Mehrgahr hay indicios de cultivo de trigo y cebada sobre el 7000 a.C.




Archivo:Foyers de l'agriculture .es.jpg
Lugares de la Tierra donde la agricultura apareció de manera independiente

La gente de las tierras altas de Papúa-Nueva Guinea también tuvo que enfrentarse con la desforestación que va aparejada a la agricultura, que siempre ha robado espacio a los árboles, y, probablemente, se encontraron con la erosión subsiguiente. Al no tener estas gentes tradición escrita, no sabemos cómo fueron sus debates ni el camino que trazaron las nuevas ideas para cambiar de una agricultura "abrasiva" a otra sostenible. He querido hacer un resumen pero ¡es tan interesante! así que os lo copio todo y el que no quiera leer mucho, se puede centrar simplemente en el texto en negrita:


Por tanto, cuando los aviones fletados por biólogos y mineros sobrevolaron por 
primera vez el interior de la isla en la década de 1930, sus pilotos quedaron 
sorprendidos al ver que bajo ellos se extendía un paisaje transformado por millones de 
personas anteriormente desconocidas para el mundo exterior. La imagen se parecía a la 
que ofrecían las zonas de Holanda con mayor densidad de población: amplios valles 
abiertos con pequeños grupos de árboles, divididos hasta donde la vista alcanzaba en 
huertos claramente delimitados por canales de regadío y drenaje, pronunciadas laderas 
en terraza que recordaban a Java o a Japón y aldeas rodeadas por empalizadas 
defensivas. Cuando otros europeos prosiguieron con los descubrimientos realizados 
desde el aire por los pilotos, averiguaron que los habitantes eran agricultores que 
cultivaban taro, plátano, ñame, caña de azúcar y batatas, y que criaban cerdos y pollos. 
En la actualidad sabemos que los cuatro primeros de estos cultivos principales (más 
otros de menor importancia) fueron domesticados en la propia Nueva Guinea, que las 
tierras altas de Nueva Guinea constituían uno de los únicos nueve núcleos de 
domesticación de plantas del mundo y que allí se ha estado practicando la agricultura 
durante aproximadamente siete mil años; todo ello lo convierte en uno de los 
experimentos activos más duraderos del mundo en lo que a producción sostenible de 
alimentos se refiere. 

Para los exploradores y colonizadores europeos los habitantes de las tierras altas de 
Nueva Guinea parecían “primitivos”. Habitaban chozas de paja, vivían en guerra 
permanente, no tenían reyes ni jefes siquiera, carecían de escritura y no llevaban 
ninguna o muy poca ropa aun cuando hiciera frío o lloviera mucho. Carecían de metal y 
fabricaban sus utensilios con piedra, madera y hueso. Por ejemplo, talaban árboles con 
hachas de piedra, cavaban los huertos y las acequias con bastones de madera y luchaban 
entre sí con lanzas y flechas de madera y cuchillos de bambú. 

Esa apariencia “primitiva” resultaba engañosa, puesto que sus métodos agrícolas son 
sofisticados, hasta tal punto que los ingenieros agrónomos europeos aún no comprenden 
por completo en algunos casos cuáles son las razones por las que los métodos de los 
habitantes de Nueva Guinea funcionan y por qué las bienintencionadas innovaciones 
agrícolas europeas fracasaron allí. Por ejemplo, un asesor agropecuario europeo quedó 
horrorizado al comprobar que, en un huerto de batatas de Nueva Guinea situado en una 
pendiente acusada de una zona húmeda, los canales de drenaje estaban trazados en 
vertical bajando por la ladera en línea recta. Convenció a los aldeanos de que 
enmendaran ese espantoso error y en su lugar dispusieran los canales de drenaje de 
forma horizontal siguiendo las curvas de nivel, según establecían las buenas prácticas 
europeas. Atemorizados por él, los aldeanos reorientaron la dirección de sus canales, 
como consecuencia de lo cual el agua se acumuló en los canales y en las siguientes 
lluvias torrenciales un desprendimiento de tierra arrastró ladera abajo la huerta entera 
hasta el río. Precisamente para evitar ese resultado, mucho antes de la llegada de los 
europeos los agricultores de Nueva Guinea comprendieron las ventajas de los canales de 
drenaje verticales dada la pluviosidad y las condiciones del suelo de las tierras altas. 
Esa es solo una de las técnicas que los habitantes de Nueva Guinea desarrollaron 
mediante ensayo y error a lo largo de miles de años para cultivar en territorios que 
recibían hasta diez mil milímetros de lluvia anuales, con terremotos frecuentes, 
deslizamientos de tierras y (en alturas elevadas) escarcha. Para preservar la fertilidad del 
suelo, sobre todo en las zonas de alta densidad de población en las que era 
imprescindible que los períodos de barbecho fueran cortos o incluso se cultivaba de 
forma permanente para obtener alimento suficiente, recurrieron a todo un abanico de 
técnicas, además de la silvicultura, que expondré a continuación. Añadían al suelo hasta 
cuarenta toneladas por hectárea de maleza, hierba, viejas vides y otra materia orgánica 
que ejerciera de abono. Incorporaban a la superficie del suelo mantillo y fertilizantes 
compuestos por desperdicios, cenizas, vegetación arrancada de los campos en barbecho, 
troncos podridos y excrementos de pollos. Cavaban canales en torno a los campos para 
rebajar el nivel de la capa freática e impedir que se anegaran, y trasladaban a la 
superficie del suelo los desperdicios orgánicos desenterrados al excavar los canales. Los 
cultivos de leguminosas que retenían el nitrógeno de la atmósfera, como las judías, se 
alternaban con otros cultivos; esta era una invención del principio de rotación de 
cultivos generalizado en la actualidad en la agricultura del Primer Mundo para mantener 
los niveles de hidrógeno del suelo, pero que Nueva Guinea descubrió en realidad de 
forma independiente. En las laderas con mucha pendiente los habitantes de Nueva 
Guinea construyeron terrazas, erigieron barreras para retener el suelo y, por supuesto, 
eliminaron el exceso de agua mediante los drenajes verticales que despertaron la ira de 
aquel ingeniero agrónomo. Una consecuencia de la dependencia de todo este conjunto 
de métodos especializados es que, para aprender a cosechar con éxito en las tierras altas 
de Nueva Guinea, es necesario criarse en una aldea durante años. Mis amigos de las 
tierras altas que pasaron su infancia lejos de su aldea para forjarse una educación 
descubrieron al volver a ella que no estaban capacitados para cultivar los huertos de la 
familia, ya que habían perdido las oportunidades de dominar un inmenso cuerpo de 
conocimiento complejo. 

La agricultura sostenible en las tierras altas de Nueva Guinea plantea problemas 
difíciles no solo en lo que se refiere a la fertilidad del suelo, sino también en lo relativo 
al suministro de madera, ya que ha sido necesario talar bosques para establecer huertos 
y aldeas. La forma de vida tradicional de las tierras altas dependía de los árboles en 
muchos aspectos, como, por ejemplo, para obtener tablones con los que construir casas 
y vallas, madera para fabricar herramientas, utensilios y armas, y combustible para 
cocinar y calentar las chozas durante las noches frías. En un principio, las tierras altas 
estaban cubiertas de robledales y hayedos, pero miles de años de cultivo han dejado las 
zonas arboladas más espesas (sobre todo el valle de Wahgi, de Papua Nueva Guinea, y 
el valle de Baliem, en el territorio indonesio de la isla de Nueva Guinea) deforestadas 
por completo hasta la cota de los 2.500 metros. ¿De dónde obtienen los habitantes de las 
tierras altas la madera que necesitan? 

Ya el primer día que estuve de visita en las tierras altas, en 1964, vi en aldeas y 
huertos arboledas de una variedad de casuarina. Conocidos también como “carpes” o 
“caquis”, las casuarinas son un grupo formado por varias docenas de especies de árboles 
cuyas hojas recuerdan a las agujas de los pinos y son originarios de las islas del 
Pacífico, Australia, el sudeste de Asia y el África tropical oriental, pero que en la 
actualidad han sido introducidas de forma generalizada en muchos otros lugares gracias 
a que su madera es al mismo tiempo muy fácil de cortar y muy dura (de ahí su nombre 
inglés, ironwood, “madera de hierro”). Una especie autóctona de las tierras altas de 
Nueva Guinea, la Casuarina oligodon, es la única que varios millones de habitantes de 
las tierras altas cultivan a escala masiva trasplantando los plantones que han brotado de 
forma natural junto a las riberas de los ríos. De forma análoga, los habitantes de las 
tierras altas plantan algunas otras especies de árboles, pero la casuarina es la 
predominante. La escala a la que trasplantan casuarinas en las tierras altas es de tal 
magnitud que en la actualidad se la denomina “silvicultura”, el cultivo de árboles, en 
lugar del cultivo de granos de la agricultura convencional {silva, ager y cultura son las 
palabras latinas para denominar al bosque, la tierra y el cultivo, respectivamente). 
Solo muy poco a poco los silvicultores europeos llegaron a apreciar las peculiares 
ventajas de la Casuarina oligodon y los beneficios que los habitantes de las tierras altas 
de Nueva Guinea obtenían de sus arboledas. La especie crece muy rápidamente. Su 
madera es excelente para la construcción y como combustible. Los nódulos de sus 
raíces, que retienen el nitrógeno, y la abundancia de hojas que deja caer incrementan los 
niveles de nitrógeno y carbono del suelo. Por tanto, las casuarinas que se cultivan 
intercaladas en los huertos que se explotan mejoran la fertilidad del suelo, mientras que 
las que se cultivan en huertos abandonados reducen el tiempo de barbecho destinado a 
restablecer la fertilidad de ese lugar antes de que se pueda plantar una nueva cosecha. 
Las raíces retienen el suelo en las laderas empinadas y con ello reducen la erosión. Los 
agricultores de Nueva Guinea afirman que los árboles reducen de algún modo en los 
huertos las plagas de escarabajo del taro, y la experiencia indica que cuando hacen esa 
afirmación, al igual que otras muchas, están en lo cierto, si bien los ingenieros 
agrónomos no han descubierto todavía el fundamento del proclamado poder 
antiescarabajos de este árbol. Los habitantes de las tierras altas también dicen que 
valoran sus arboledas de casuarina por razones estéticas, porque les gusta el sonido del 
viento entre sus ramas y porque los árboles dan sombra a la aldea. Así, incluso en los 
valles abiertos, de los que ha quedado eliminado por completo el bosque original, la 
silvicultura de la casuarina permite que una sociedad dependiente de la madera continúe 
prosperando. 

¿Cuánto tiempo han estado practicando la silvicultura los habitantes de las tierras 
altas de Nueva Guinea? Las pistas que siguen los paleontólogos para reconstruir la 
historia de la vegetación de las tierras altas han sido en esencia las mismas que las ya 
expuestas para la isla de Pascua, el territorio de los mayas, Islandia y Groenlandia entre 
los capítulos 2 y 8: el análisis de los depósitos de sedimentos de marismas y lagos en 
busca de polen identificable en los niveles inferiores a los de las especies de plantas que 
lo producen en la actualidad; la presencia de carbón vegetal o partículas carbonizadas 
procedentes de incendios (ya sean naturales o provocados por los seres humanos para 
limpiar terrenos); la acumulación de sedimentos que indique erosión tras la eliminación 
de los bosques; y la datación mediante radiocarbono. 

Resulta que Nueva Guinea y Australia fueron colonizadas por primera vez hace unos 
46.000 años por seres humanos que se desplazaban hacia el este en balsas o canoas 
procedentes de Asia a través de las islas de Indonesia. En aquella época, Nueva Guinea 
todavía formaba una unidad de masa continental con Australia, donde hay constancia de 
la llegada de los primeros seres humanos en numerosos lugares. Hace 32.000 años, la 
aparición de carbón vegetal, fruto de incendios frecuentes, y el incremento de polen de 
especies de árboles de las que no hay bosque en relación con las especies de árboles de 
bosques indican que las tierras altas de Nueva Guinea ya recibían la visita de seres 
humanos que, según parece, iban a cazar y a recoger bayas de pantano, como todavía 
hacen en la actualidad. Los signos de eliminación sostenida de bosques y la aparición de 
desagües artificiales en las marismas de los valles, hace unos siete mil años, sitúan en 
ese momento los orígenes de la agricultura en las tierras altas. El polen de especies de 
árboles continuó decreciendo en favor del polen de otras especies hasta hace alrededor 
de mil doscientos años, momento en que aparece la primera gran oleada de polen de 
casuarina casi de forma simultánea en dos valles que distan más de ochocientos 
kilómetros, el valle de Baliem en el oeste y el valle de Wahgi en el este. En la 
actualidad, esos son los valles de las tierras altas que más deforestación han sufrido y 
que soportan las poblaciones humanas más numerosas y de mayor densidad; y es 
probable que esos mismos rasgos se dieran también en esos dos valles hace mil 
doscientos años. 

Si aceptamos que la oleada de polen de casuarina es un indicio del comienzo de la 
silvicultura de casuarina, ¿por qué habría surgido entonces, de forma aparentemente 
independiente, en dos territorios distintos de las tierras altas? En aquella época 
intervinieron dos o tres factores que desencadenaron una crisis de la madera. Uno era el 
avance de la deforestación a medida que la población que cultivaba las tierras altas 
empezó a incrementarse hace siete mil años. Un segundo factor está asociado con una 
gruesa capa de ceniza volcánica, denominada “tefra del Ogowila”, que justo en esa 
época cubrió el este de Nueva Guinea (incluido el valle de Wahgi) pero no fue 
arrastrada por el viento a una zona tan occidental como el valle de Baliem. Aquella tefra 
del Ogowila procedía de una enorme erupción en Long Island, frente a la costa oriental 
de Nueva Guinea. Cuando visité Long Island en 1972 la isla estaba compuesta por un 
anillo de montañas de 26 kilómetros de diámetro en torno a un inmenso hueco ocupado 
por el lago de un cráter, uno de los lagos más grandes de todas las islas del Pacífico. Tal 
como se expuso en el capítulo 2, los nutrientes transportados por este tipo de lluvia de 
cenizas habría estimulado el crecimiento de los cultivos y con ello habría favorecido el 
crecimiento demográfico, lo cual produciría a su vez una cada vez mayor necesidad de 
madera para la construcción y para combustible, y un incremento también de los 
beneficios de descubrir las virtudes de la silvicultura de la casuarina. Por último, si 
podemos extrapolar a Nueva Guinea los registros ocasionales de episodios de El Niño 
manifestados en Perú, la sequía y la escarcha podrían haber constituido un tercer factor 
que presionara a las sociedades de las tierras altas. 

A juzgar por una oleada aún mayor de polen de casuarina hace entre trescientos y 
seiscientos años, los habitantes de las tierras altas pueden haber difundido aún más la 
silvicultura bajo el estímulo de otros dos acontecimientos: la tefra del Tibito, una lluvia 
de cenizas volcánicas que supuso un estímulo para la fertilidad del suelo y el incremento 
de la población humana aún mayor que la tefra del Ogowila. La tefra del Tibito procedía 
también de Long Island y era responsable directa de que la cavidad del lago que vi se 
rellenara; y quizá la llegada en ese momento a las tierras altas de Nueva Guinea de la 
batata andina, la cual permitía que los cultivos rindieran varias veces más lo que rendían 
con anterioridad solo con cultivos autóctonos de Nueva Guinea. Tras su aparición 
inicial en los valles de Wahgi y Baliem, la silvicultura de la casuarina (tal como 
atestiguan los depósitos de polen) se extendió a otras zonas de las tierras altas en 
diferentes momentos posteriores, y no fue adoptada en algunas zonas periféricas hasta 
entrado el siglo XX. Esa extensión de la silvicultura se debió probablemente a la 
difusión del conocimiento de la técnica desde sus dos lugares de invención originarios, 
aunque quizá también se inventó con posterioridad en otras zonas de forma 
independiente. 

He presentado la silvicultura de la casuarina de las tierras altas de Nueva Guinea 
como un ejemplo de resolución de problemas de abajo arriba, aun cuando no existen 
registros escritos en las tierras altas que nos indiquen exactamente cómo se adoptó la 
técnica. Pero es poco probable que se hubiera adoptado mediante alguna otra forma de 
resolución de problemas, ya que las sociedades de las tierras altas de Nueva Guinea 
constituyen un ejemplo ultrademocrático de toma de decisiones de abajo arriba. Hasta la 
llegada de los gobiernos coloniales holandés y australiano, en la década de 1930, no 
había habido el menor atisbo de unificación política en ningún lugar de las tierras altas: 
aldeas estrictamente independientes alternaban la contienda y la constitución de alianzas 
temporales contra otras aldeas próximas. En el seno de cada aldea, en vez de jefes o 
líderes hereditarios solo había unos pocos individuos, denominados “grandes hombres”, 
que por la fuerza de su personalidad eran más influyentes que otros individuos, pero que 
vivían no obstante en chozas iguales a las de los demás y labraban la tierra como 
cualesquiera otros. Las decisiones se tomaban (y a menudo se toman todavía) sentando 
juntos a todos los habitantes de la aldea y hablando, hablando y hablando. Los grandes 
hombres no podían dar órdenes, y podían tener éxito o no a la hora de persuadir a los 
demás de que aceptaran sus propuestas. En la actualidad, para los forasteros 
(incluyéndome no solo a mí, sino a menudo a los propios funcionarios del gobierno de 
Nueva Guinea), ese enfoque de abajo arriba en la toma de decisiones puede resultar 
frustrante, ya que no se puede abordar a algún líder consolidado de una aldea y obtener 
una rápida respuesta a una demanda; es necesaria mucha paciencia para soportar horas o 
días de conversación, conversación y más conversación con todos los aldeanos que 
tengan alguna opinión que aportar. 

Ese debió de ser el contexto en el que se adoptaron en las tierras altas de Nueva 
Guinea la silvicultura de la casuarina y todas las demás prácticas agrícolas útiles. La 
población de cualquier aldea podía ver que la deforestación avanzaba en torno a ellos, 
podían percibir las menores tasas de crecimiento de sus cultivos a medida que los 
huertos perdían la fertilidad desde que fueran despojados inicialmente de árboles, y 
vivieron las consecuencias de la escasez de combustible y madera para la construcción. 
Los habitantes de Nueva Guinea son más curiosos y experimentan mucho más que 
cualquier otro pueblo que yo haya conocido. Cuando en los primeros años de mi 
estancia en Nueva Guinea veía a alguien que había conseguido un lápiz, que entonces 
todavía era un objeto poco familiar, lo podía utilizar para miles de propósitos distintos 
de la escritura: ¿un adorno para el pelo?; ¿una herramienta punzante?; ¿algo para 
mordisquear?; ¿un pendiente largo?; ¿un artefacto con el que atravesar la membrana 
nasal ya perforada? Cada vez que llevaba conmigo a trabajar hasta zonas alejadas de su 
propia aldea a algún habitante de Nueva Guinea, este no paraba de recoger 
constantemente plantas del lugar, preguntando a las personas por los usos que les daban 
y seleccionando algunas de ellas para llevarlas consigo y tratar de cultivarlas en su 
tierra. De manera similar, algún habitante de hace mil doscientos años habría visto 
crecer los plantones de casuarina junto a un arroyo, los habría llevado a su aldea como 
otra planta más con la que experimentar, se habría fijado en los efectos beneficiosos que 
tenía sobre un huerto... y después alguien habría visto esas casuarinas en los huertos y 
habría probado también con los plantones. 

Además de resolver con ello sus problemas de abastecimiento de madera y fertilidad 
del suelo, los habitantes de Nueva Guinea también se enfrentaron a un problema de 
población a medida que la cifra de sus integrantes aumentaba. Ese incremento 
demográfico acabó siendo controlado mediante prácticas que se extienden hasta los 
hijos de muchos de mis amigos de Nueva Guinea; sobre todo la guerra, el infanticidio, 
la utilización de plantas silvestres como anticonceptivos o abortivos o la abstinencia 
sexual y la amenorrea lactante natural que se produce cuando se amamanta a un niño 
durante varios años. Las sociedades de Nueva Guinea evitaron así el destino de la isla 
de Pascua, Mangareva, los mayas, los anasazi y muchas otras sociedades que sufrieron 
deforestación e incremento de la población. Los habitantes de las tierras altas de Nueva 
Guinea consiguieron actuar de forma sostenible durante decenas de miles de años antes 
del origen de la agricultura, y durante otros diez mil años tras el origen de la agricultura, 
a pesar de que los cambios climáticos y los impactos ambientales de los seres humanos 
producían alteraciones constantes en las condiciones. 


Si habéis leído los párrafos marcados en negrita... ¿no os recuerda a lo que propone la permacultura? Pues sí, sí que se ha intentado cultivar la tierra de otras maneras mejores y se ha conseguido.


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Y siguiendo con el hilo de lugares donde nació la agricultura pero mostrando un camino contrario, nos vamos a la meseta de Loess en China (el punto verde más a la derecha del gráfico de arriba). Miles de años de agricultura y pastoreo habían degradado tanto la zona que se había convertido en un desierto. El loess es un suelo suelto que si no tiene cubierta vegetal se desprende con facilidad y la erosión por las lluvias torrenciales había llegado a ser desastrosa. Este documental que he descubierto gracias al blog "Una suerte de tierra" explica cómo se revirtió esta situación.


Lamentablemente, sólo lo he encontrado en inglés, pero ¿cuál es la solución para un problema de desertización a gran escala? Diques de contención del agua, terrazas y árboles, siempre árboles.

Y para acabar vuelvo al pequeño lugar de este planeta que estoy decidida a cuidar... Las laderas de solana (las que dan al sur en el hemisferio norte) son un desierto sin suelo con sólo petaches de cubierta vegetal. Tengo facilidad para ver paisajes e imaginármelos cubiertos de árboles ;)... Aunque estoy segura de que en tiempos pasados no se necesitó de la imaginación, porque por aquí y por allá, aparece la resistencia, árboles que al final han podido prosperar y que esperan pacientemente su momento en tiempos mejores.


Las laderas de solana están de-soladas

A estos árboles aislados les llamo la "resistencia" y a su alrededor siempre hay cubierta vegetal

Las soluciones que conozco para evitar la desertización o, en una octava superior, para dar mayor fertilidad a la tierra, pasan por la plantación de árboles. Hermosos aliados.